¿Por qué es tan importante?

El Pericardio es la puerta de acceso al corazón, órgano vital por excelencia. Una de las principales funciones del Pericardio es la de proteger el corazón de emociones intensas y excesivas causantes de las dolencias físicas. Tan importante es, que la Medicina Tradicional China, le ha dado su propio meridiano, a diferencia del cerebro, atribuyéndole la responsabilidad de gobernar la sangre y albergar el Espíritu y rige directamente la consciencia, la memoria, el sueño, el pensamiento, las emociones, la palabra, la ALEGRÍA y la FELICIDAD. 

El Pericardio está compuesto de células que se mueven y tienen una respiración: el Movimiento de la VIDA. Cuando todo está en armonía el movimiento que se produce es de expansión, siendo la dirección del movimiento desde el centro hacia la periferia. Por otro lado, cuando el miedo, la rabia o la pena aparecen, provocan un cambio en esta dirección del movimiento y las células se retraen para protegerse. Es entonces cuando el Pericardio se contrae o encoge para proteger al corazón y, al hacerlo, desencadena una cascada de reacciones que activa nuestro sistema simpático a través de los ganglios estrellados y el asa subclavia, poniéndonos en actitud de estrés. Nos prepara para ponernos en modo lucha o huida, bloqueando nuestra energía y provocando así dolencias varias en nuestro cuerpo físico.

Por tanto, es el que vela por nosotros y nos avisa si hay algo que no está funcionando del todo en nuestra vida. Cuando el Pericardio está en expansión es como una semilla que lleva toda la energía del corazón al resto del cuerpo ¡Por esto es tan importante tener el Pericardio libre!

¿Cómo funciona el Movimiento de la Vida?

Todas y cada una de las células de nuestro cuerpo se mueven. Están animadas por un movimiento perpetuo e infinito: el Movimiento de la VIDA. Éste parte de una chispa, el Espíritu, que es universal y común a todas las cosas vivas. De esta chispa, como un Big Bang, nacerá un movimiento de la energía en forma de Lemniscat o de 8 infinito, que se expandirá en todos los planos del espacio formando la Flor de Vida. Este movimiento es el Alma, que es la VIDA que anima y crea todos los seres vivos. La materialización de esta Alma es el Cuerpo físico que por consiguiente es único e irrepetible. 

Este movimiento es muy ínfimo a nivel celular pero en el conjunto del cuerpo es palpable con la atención y presencia adecuada. De la misma forma podemos sentir cuando está en expansión o en retracción, apreciando su dirección, amplitud y ritmo.

¿Cómo se libera el pericardio?

Desde que nacemos vamos acumulando experiencias y choques emocionales,  conscientes e inconscientes, hasta que llega un momento en que el Pericardio está tan encogido y apretado que es necesario liberarlo para que la energía de nuestro corazón y de nuestro cuerpo fluya. Sabemos que el Pericardio se mueve, por tanto, poniendo atención a través de la terapia, podemos sentir su movimiento sutil y ver dónde se alberga el bloqueo y la emoción encerrada que provoca la lesión en el cuerpo.

Lo más eficaz es que nos ayuden a liberar dicho bloqueo con la terapia manual de la Liberación del Pericardio, creada por Montserrat Gascón, cuya finalidad es liberar la energía contenida en el corazón y liberar las retracciones y tensiones del Cuerpo físico. Así ayudamos a restablecer el equilibrio de salud, la homeostasis, permitiendo que las células recuperen su vitalidad, desbloqueando los sistemas de auto-curación y favoreciendo así los intercambios energéticos y biológicos saludables.

¡Descubre en qué consiste y ven a probarlo por tú mism@!

Para resumir…

Desliza las imágenes y tendrás una buena idea de qué es el Pericardio.

¿Quieres saber más?

Saborea la novela «El Secreto del Corazón», escrita por Montserrat Gascón, donde una apasionante aventura lleva a Clara a descubrir la Magia del Pericardio junto a Panchita, y a encontrar la llave para poder ayudar a su hijo Alex. Juntas recorrerán el sorprendente camino que conduce al Espíritu y al Corazón. Además incluye un DVD con la entrevista realizada de Inma Sanchís a Montserrat. ¡Anayawaka!

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